REAS Red de Redes tiene como misión fundamental el promover la Economía Solidaria como un instrumento al servicio de la sostenibilidad de la vida, donde las personas y el medio ambiente estén por encima de cualquier otro interés. Promovemos la ES como paradigma de transformación de la economía que afirma que es posible y necesario transformar el modelo económico poniendo en el centro la sostenibilidad de la vida. En sus 25 años de andadura, desde su constitución en 1995, ha buscado el fortalecimiento del movimiento de la ES en todo el estado español, profundizando en su capacidad como sujeto de transformación social a partir de los valores y prácticas recogidas en la Carta de Principios de la Economía Solidaria. En este sentido, REAS Red de Redes trabaja desde una triple vertiente: como un enfoque de economía crítica, como un conjunto de prácticas de economía alternativa y como un movimiento que busca la transformación social:
– Desde un enfoque de economía crítica propone relocalizar la economía situando en el centro a las personas y a la sostenibilidad de la vida y en un sentido territorial volviendo a lo local.
– Es además un conjunto de prácticas económicas alternativas ya que propone un cambio en las relaciones de todos los ámbitos del ciclo económico (producción, distribución, consumo y financiación) basadas en la justicia, la cooperación, la reciprocidad y la ayuda mutua.
– Es un movimiento social porque cuestiona el sistema económico imperante y propone su transformación.
La Red de la Economía Solidaria celebra su cumpleaños renovando su compromiso de trabajar en favor de las personas y de la sostenibilidad ambiental. El mérito de aquella inicial red, fueron principalmente dos: clamar contra un sistema explotador de recursos, de personas y de pueblos y, a la vez, demostrar de manera práctica la posibilidad y necesidad de desarrollar otra economía al servicio de las personas y de la sostenibilidad ambiental.
REAS Red de Redes es una red confederal compuesta por 15 redes territoriales y 4 sectoriales que aglutinan a casi 800 entidades y empresas, con la participación de 44.000 personas: 19.000 contratadas y 24.000 voluntarias y con unos ingresos anuales de más de 700 millones de euros para “dar respuesta a la deshumanización de la economía, el deterioro del medio ambiente y a la degradación de valores sociales”. Esta “otra economía” se materializa en sectores como las finanzas éticas, las energías renovables, el comercio justo, la recuperación y reutilización de residuos, la inserción laboral, la alimentación ecológica, los seguros éticos y la comunicación.
Una característica esencial en la identidad y en el crecimiento de REAS ha sido su capacidad de contagio, así como su tesón a la hora de enredar a personas, territorios, sectores económicos, iniciativas diversas… Enredar economías solidarias para tejer espacios de transformación personal y colectiva al servicio de las personas, la comunidad y el medio ambiente. El trabajo en red y la intercooperación nos hacen más fuertes, con mayor capacidad de incidencia social, política y económica… La ES que se ha ido fortaleciendo y enriqueciendo con aportes tan valiosos como los de las economías feminista y ecológica, que nos han enseñado a enfrentar las nuevas emergencias que el capitalismo produce desde el paradigma de la sostenibilidad de la vida y, cómo no, también han contribuido a transformar nuestras propias prácticas y nuestra manera de organizarnos.
La solidaridad es el camino, lo es desde los orígenes de la vida en la tierra y es la práctica que, junto a la cooperación, ha garantizado la supervivencia humana. Lo hemos visto recientemente en la crisis sanitaria del Covid-19, cómo gracias a mutitud de iniciativas de apoyo mutuo y solidaridad se ha podido amortiguar, desde los movimientos sociales y la sociedad civil organizada, los impactos de una crisis también económica, política y social, que venía de lejos y que, por desgracia, tiene pinta de haber venido para quedarse.
Es necesario, por tanto, revertir el proceso actual, construyendo territorios más habitables y resilientes, para la mejora de la salud ambiental y en pro de la biodiversidad, y llevar a cabo la transición ecosocial que nuestro planeta necesita. En este proceso, hemos de garantizar las necesidades básicas de toda la población, a partir de un sistema público de calidad y una corresponsabilidad social de los cuidados así como un reparto equitativo de las tareas entre el conjunto de actores sociales. Es imprescindible lograr presencia y visibilidad entre la ciudadanía y sobre todo conseguir que la economía social y solidaria sea una opción accesible para cualquier persona, especialmente para aquellos colectivos más vulnerables.