Alianza por el Clima Navarra-Nafarroa pertenece al movimiento global que reclama acciones contundentes e inmediatas en la lucha contra el cambio climático.
Las instituciones que nos gobiernan –la Unión Europea, el Estado español y la Comunidad Foral de Navarra– han declarado oficial y públicamente la emergencia climática. El Gobierno de Navarra también lo hizo el 25 de septiembre de 2019, hace cuatro años. Estamos en una emergencia, pero no actuamos como tal.
Creemos que las pérdidas de cosechas en el estado (con su inevitable subida de precios en este sistema capitalista) junto a las brutales tormentas en el Mediterráneo, sobretodo en Grecia y en Libia, dos semanas después de haber sufrido los peores incendios jamás registrados en Europa, sean botón suficiente. Cada porción de grado que aumenta de temperatura global se traduce en miles de personas y especies muertas, y desde luego una terrible situación de lucha por la supervivencia para el resto. En 2020 ya hubo más de 30 millones de refugiados climáticos en países que además han sido los que menos responsabilidad tienen en esta emergencia climática.
A las y los servidores públicos les exigimos que debatan y legislen en los parlamentos, que actúen de forma responsable de acuerdo a la emergencia climática reconocida. El consenso científico es rotundo: debemos actuar rápidamente y de forma sostenida en el tiempo para evitar el desastre. Sabemos que podemos hacerlo. Hace tres años la emergencia sanitaria de la Covid19 forzó cambios bruscos en nuestro sistema socioeconómico y en nuestros hábitos cotidianos. La emergencia climática es de dimensiones incomparablemente mayores y compromete la vida no sólo de millones de personas, también la de nuestros ecosistemas, incluido el sistema alimentario.
Necesitamos abrazar la racionalidad y el sentido común, la previsión y la cautela, la solidaridad y la justicia. Para ello ha de detenerse el juego de las puertas giratorias o los favores o laisser-faire a las grandes corporaciones y lobbys capitalistas.
La economía navarra es un gran digestor de combustibles fósiles y minerales (principalmente exportados) provocando enormes cantidades de emisiones de Gases de Efecto Invernadero. Tendencia que se mantiene al alza según el MITECO.
Responsables políticos, utilicen los recursos a su disposición para proteger el entorno que hace posible la vida, con la vista puesta en minimizar el sufrimiento de la población actual y futura. Para reducir al máximo el consumo de combustibles fósiles tenemos que aplicar recetas propias de una economía de emergencia eliminando lo superfluo – los estilos de vida de las personas más ricas son incompatibles con la vida. Agotamos, unos más que otros, la Tierra, incapaz además de absorber la basura generada por la barbarie de nuestro consumo.
Medios de comunicación, abandonen la palabra fácil y el juego de luces, afronten la seriedad de la situación. Crean opinión y tendencia, pudiendo influir en las políticas. Actúen con valentía, es hora de responder a su profesión y al deber informativo y no a mesas de inversores y anunciantes.
Nosotras, las personas comunes de clase trabajadora, debemos presionar con fuerza para limitar la codicia de las clases privilegiadas. Trabajemos juntas para que nuestros pueblos y ciudades, nuestros bosques, nuestros ríos y nuestros mares sigan vibrando con el pálpito de criaturas diversas y necesarias. Apelamos al buen criterio de quien sabe que, si no corre a apagar el fuego, las llamas acabarán devorándolo todo.
Son muchas las alternativas que se pueden poner en marcha, desde una movilidad pública y/o colectivizada, apuestas por las energías renovables de bajo o nulo impacto ambiental, la agroecología de cercanía, nuevos trabajos para las nuevas gestiones necesarias… Pero hoy, en este 15 de septiembre, el movimiento internacional por el clima une sus voces para pedir el fin del uso de los combustibles fósiles, porque no hay carretera,ni aeropuerto, ni viaje espacial que nos saque de esta.