El 21 de marzo en Katakrak arrancaron las XV Jornadas de Economía Solidaria de REAS Navarra sobre Modelos Energéticos. Empezamos contando con Greenpeace Navarra, Omal (Observatorio de Multinacionales de América Latina), Sustrai Erakuntza y NEE-TEN (Nafarroako Energía Eraldatzen – Transformando la Energía de Navarra) para hablar del modelo neoliberal y del greenwashing.
Gonzalo Fernández de Omal dibujó el contexto actual como una tormenta perfecta: cambio climático, agotamiento de las energías fósiles, inflación en aumento y crecimiento económico gripado. Una aporía, es decir, un problema sin solución, en el que las posibles soluciones que se plantean en el marco del capitalismo verde digital a cada uno de los problemas empeora o agrava los demás. Con una deuda global del 353% (equivalente al PIB de EEUU y de China) y cerrando 2021 como el año en el que más co2 y gases de efecto invernadero se han emitido a la atmósfera, el sistema capitalista busca su nueva promesa de crecimiento constante en la digitalización y en las renovables.
No se cuestiona ni el crecimiento ininterrumpido como principio, ni las grandes empresas como protagonistas de todos los mercados, ni los mercados globales como espacio natural de desarrollo económico, manteniendo la lógica de la acumulación y la ganancia como único motor. La apuesta es por encontrar soluciones tecnológicas a problemas sociales, económicos y ambientales, intentando cuadrar así crecimiento, descarbonización y desmaterilización de la economía. Evidentemente que hay mucho greenwashing, pero no es sólo una estrategia de marketing. Lo digital y lo verde se han convertido además en un gran nicho de negocio para grandes inversiones. Se dedica a ello una cantidad histórica de fondos públicos (como los fondos europeos next generation que son copados a su vez por las grandes empresas privadas) convirtiendo lo que antes no se valoraba como el trofeo de caza.
En los mercados energéticos, donde la propiedad sigue siendo abrumadoramente privada y corporativizada, se está aplicando esta mismo lógica desde la que se explica la actual ofensiva de los megaproyectos: parques eólicos y solares, autopistas eléctricas, macrogranjas, minería metálica, fosfatos, potasas… las fronteras se desdibujan no sólo en el sur global sino, también aquí. Son proyectos hechos para abastecer los grandes centros de producción y de capital donde no tienen cabida ni el interés local ni la participación democrática. Pensados para nutrir los mercados globales con cero interés democrático ni local.
La crisis energética está cambiando rápidamente en los últimos meses de forma evidente el tablero de la geopolítica: Ucrania, el Sáhara, Marruecos, Argelia… yacimientos de gas natural, de las denominadas tierras raras (fundamentales como materia prima para muchas tecnologías), de petróleo… están sin duda detrás de la deriva militarista y autoritaria que observamos con preocupación. Pablo Lorente recuerda que Sustrai Erakuntza lleva años apostando por las soberanías básicas (energética, alimentaria, popular) como parte de una estrategia de democratización. “El capitalismo es un león, y un león no puede ser vegetariano. Este león se va a seguir devorando recursos naturales y humanos”.
En Navarra, la facilitación legislativa que han hecho los distintos gobiernos provoca que los intereses privados campen a sus anchas, siendo ellos quienes planifiquen la instalación de proyectos, planificación que debería hacerse de forma pública y democrática, priorizando el interés general a los intereses privados de grandes centros inversores, pero se está haciendo mal. La minería que se está proyectando sobre Navarra es ejemplo de ello. Hay empresas haciendo verdaderos negocios a costa de los comunales y nuestras soberanías locales.
Desde NEE – TEN tampoco se han puesto un objetivo menor: despertar al gigante dormido que entienden es la sociedad en términos de producción y de modelo energético, porque “al dinero no le gustan los problemas”. Esta plataforma de organizaciones de afectados y afectadas en Navarra por el modelo energético neoliberal que pretende imponerse se articula en torno a un manifiesto y un calendario de actividades y movilizaciones.
Necesitamos, además de no caer en el desánimo, cambiar profundamente la propuesta de transición, y para ello luchar por la propiedad de la tierra va a ser fundamental, buscar alianzas público-comunitarias que posibiliten formas más locales de vivir. La planificación democrática de la energía, de la economía, de la agroganadería… puede que sean necesarios proyectos de cierta escala, pero en hay que incidir en qué términos.
Es fundamental partir de los recursos que tenemos para construir el modelo que necesitamos y no al revés, o nos enfrentamos a una gestión ecofascista y autoritaria de los mismos. Las soluciones que aportemos desde la individualidad tienen que partir de la conciencia de un planeta finito y reducir nuestra llamada huella ecológica y nuestros consumos, pero sin la comunidad y las políticas públicas no será suficiente. Hay que reconvertir el modelo: reducir, reciclar y sobretodo repartir poder y capital, sin concentraciones que no sean para la colectividad. Hay que desconcentrar la propiedad, municipalizar, cooperar, estatalizar… socializando producción y distribución de la energía, lo que desgraciadamente choca con los modelos que se están desarrollando en los últimos años. El mundo está sobrecomplejizado, pero como sostiene la filósofa feminista Silvia Federici: “el saber es el antídoto del miedo”. El petróleo y el desarrollo que ha permitido es una anomalía en la historia de la humanidad. La acción individual, sobretodo desde parámetros colectivos, es importante, pero lo fundamental es cambiar el sistema. Las experiencias desde la Economía Solidaria, tienen un impacto pedagógico y de construcción de cada vez herramientas empoderadoras que permitirán nuevas herramientas en el futuro, para una agenda cada vez más social y probablemente más radical de la que hemos llevado hasta estos momentos.