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Macrogranjas, no: Ni en Caparroso, ni en Noviercas, ni en ninguna parte.

La ganadería industrial es fuente de graves daños al medio ambiente, comenzando por la contaminación del agua y la tierra, pasando por la limitación a la disponibilidad de agua de buena calidad que supone en algunas zonas y acabando por lo mucho que afecta a la biodiversidad. Eso sin olvidarnos del maltrato que sufren los animales en estas instalaciones y las malas condiciones laborales y de derechos que afectan a gran parte de sus plantillas. Navarra también se ve afectada por este problema y en concreto la macrogranja de Caparroso es un punto conflictivo en el que se acumulan numerosos incidentes. 

El pasado 25 de febrero Greenpeace recibió un SOS desde colectivos ecologistas de los pueblos navarros de Marcilla, Villafranca y Caparroso relacionado con vertidos de purines que estaban afectando al entorno. Tras ese aviso, miembros de la ONG pasamos varios días en la zona documentando el impacto ambiental provocado por la macrogranja de Caparroso, propiedad de la empresa Valle de Odieta, S.C.L. De la mano de vecinos de la zona pudimos testificar el grave impacto ambiental que los recientes vertidos masivos de purines están causando. Pudimos recoger muestras de agua para medir in situ los niveles de nitratos y  los resultados mostraron que la contaminación en varios puntos es alarmante. Estas mediciones superaban los 50mg/l en algunas localizaciones, el límite establecido por la OMS para el agua potable. Cabe señalar que a partir de 25mg/l la concentración de nitratos puede ser perjudicial para organismos acuáticos. 

Hemos corroborado que se trata de un modelo de ganadería que de por sí aporta mínimos beneficios a la zona y por el contrario afecta gravemente al entorno y a los recursos naturales, pero que ademá está en manos de una empresa que muestra recurrentes malas prácticas, acumula ya más de diez procedimientos sancionadores por infracciones medioambientales y continúa con estos vertidos perpetrando otro atentado ambiental más. Lamentablemente la mayoría de estos procedimientos sandionadores han sido recurridos por la empresa y muchos todavía no han podido resolverse, por lo que Valle de Odieta sigue actuando impunemente. 

Ante estos problemas generados por este modelo de explotación, la solución pasaría por paralizar de inmediato esta explotación ganadera. Y mientras esto sucede  tanto el Gobierno de Navarra como la Confederación Hidrográfica del Ebro deberían hacer las pertinentes analíticas para determinar la calidad del agua en las inmediaciones de la macrogranja, ya que la estación oficial de control de Marcilla no mide nitratos y la de Funes, que sí mide nitratos, está muy alejada del foco de contaminación. Esto imposibilita la detección a tiempo de episodios de contaminación por nitratos en los cauces y en los acuíferos, estos últimos siendo la principal fuente de agua de boca de la zona. 

Lo cierto es que estamos ante un ecocidio. El desprecio por el medio ambiente por parte de Valle de Odieta es indignante. Es incomprensible que con los antecedentes de incumplimientos ambientales que la empresa acumula se le permita seguir funcionando. Su currículum de delitos ambientales debería ser más que suficiente como para cerrarle todas las puertas. 

                                      

        Link del mapa en alta: https://photos.smugmug.com/RURAL/n-MdwctW/Nitratos-por-macrogranja-de-Caparroso/i-BTHrvVp/0/dffe7fb9/XL/mapa-caparroso_730%20px-XL.jpg 

Barrancos llenos de estiércol 
Desde Greenpeace hemos podido observar cómo la empresa está utilizando los campos agrícolas cercanos a la macrogranja como un vertedero para los residuos de la explotación, provocando importantes escorrentías de purines que llegan a generar auténticas cascadas por los barrancos de la zona llegando en algún caso directamente al río Aragón y afectando Zonas de Protección Especial (ZEC). En concreto al ZEC de los Tramos Bajos del río Aragón, hábitat de especies en peligro de extinción como el visón europeo y el galápago europeo, y en la que se ha invertido grandes cantidades de dinero público para protegerla. 

Link de la foto en alta: https://photos.smugmug.com/RURAL/n-MdwctW/Nitratos-por-macrogranja-de-Caparroso/i-DJtKkzh/0/a6d74fe6/L/GPES20210213PA0132-L.jpg 

Los excrementos de los animales son muy ricos en nitratos y cuando son producidos en ingentes cantidades, tal como se producen en la ganadería industrial, y vertidos sin control en los terrenos pueden convertirse en un veneno para suelos, aguas e incluso afectar a muchos seres vivos, las personas incluídas. El problema en España es ya tan grave que la Comisión Europea ha abierto un procedimiento de infracción y ha enviado un dictamen motivado al Gobierno español. En este dictamen se puede constatar que, entre otros muchos aspectos, en Navarra los niveles de contaminación de las aguas “muestran una tendencia al alza”. 

Un error cinco veces más grande 
La empresa Valle de Odieta ha presentado un proyecto para crear otra macrogranja en Noviercas, Castilla y León, que de aprobarse sería casi cinco veces más grande que la de Caparroso. Tenemos que tener en cuenta que mientras Valle de Odieta se llena la boca para decir que su proyecto para Noviercas es de interés general, en Caparroso sus malas prácticas están contaminado un bien esencial y común como es el agua. Lo único que tienen en mente es producir más, más rápido y al más bajo coste. No les importan las consecuencias ambientales o para la salud pública que tiene su actividad. 

Navarra, así como el Estado español, debe afrontar ya los problemas ambientales, de salud pública y sociales que está generando la ganadería industrial. El primer paso es que no se sigan autorizando nuevos proyectos ni la ampliación de los existentes, como es el caso de Noviercas y Caparroso respectivamente. En paralelo debe empezar un proceso de reducción de la cabaña ganadera en intensivo para: 

  • Afrontar la emergencia climática 
  • Preservar el agua, cumplir la Directiva de Nitratos y la de Aguas 
  • Cumplir el umbral permitido de emisiones de amoniaco 
  • Reducir el riesgo de resistencia a antibióticos 
  • Garantizar el bienestar animal 
  • Consolidar la ganadería ecológica y extensiva 
  • Fomentar dietas más sanas y sostenibles, con menos alimentos de origen animal y más de origen vegetal 

Por todo esto desde Greenpeace pedimos el fin de la ganadería industrial por ser una amenaza para el medio ambiente y para un mundo rural vivo y hemos lanzado una petición de firmas para que la ciudadanía alce su voz contra la macrogranja de Noviercas: “Macrogranjas NO” pues estamos a tiempo de pararla. 

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