“El consumo de aparatos electrónicos conlleva enormes costes tanto sociales como medioambientales.”
La cadena global de suministros electrónicos está dominada por pocas empresas que subcontratan mucho y externalizan más. La vulneración de Derechos Humanos en las distintas fases de la cadena de producción es abrumadora en esta lucha por la hegemonía de un mercado opaco y lleno de irregularidades.
“De los aproximadamente 60 materiales que componen un móvil, al menos 14 de ellos son conflictivos, ya sea por su impacto ambiental o social. Cuatro están recogidos en regulaciones internacionales y se conocen como ‘minerales de sangre’: wolframio, estaño, tantalio y oro”. Paramilitares, guerrillas, mafias, estados… compiten por la explotación y abaratamiento de precios, situación que aprovechan grandes compañías como Apple, Dell o Microsoft. El 80% de las compañías tecnológicas no revelan la procedencia de su cobalto.
Uno de los elementos que más abarata el proceso y mayores beneficios otorga es la explotación infantil. Sobretodo en la extracción de los minerales en minas y en la recuperación de estos mismos materiales en vertederos electrónicos
Otras graves vulneraciones de DDHH se producen en la fase de fabricación y tienen que ver con la precariedad salarial, jornadas excesivas, horas extras obligatorias (especialmente en periodos de alto consumismo como el Black Friday o Navidad), situaciones de esclavitud (retención de pasaportes, obligación de pago de supuestas deudas generadas por contratación, contratos no traducidos…) o la falta de condiciones de seguridad: “El personal que trabaja en la línea de producción de dispositivos móviles se ve expuesto a sustancias químicas peligrosas sin que las empresas proporcionen equipos necesarios o tomen medidas de seguridad oportunas”.
El 80% son mujeres, cobran menos por su trabajo, suelen ocupar las primeras lineas de producción por lo que están más expuestas a químicos, no existen políticas de conciliación, se ven sometidas a situaciones de acoso y agresiones sexuales desde una jerarquía laboral que no facilita ningún mecanismo de protección y control en un sector donde a menudo la actividad sindical es casi clandestina.
“En Europa el 20% de adquisiciones de aparatos electrónicos las realizan administraciones públicas, es importante presionarles para mejorar todos estos procesos”. Así, existen administraciones y entidades privadas afiliadas a Electronics Watch, organización que realiza seguimiento y monitoreo de las condiciones de fabricación, que junto con las escasas organizaciones locales, presionan y negocian con determinadas fábricas y firmas.
Marta Anglès y Judith Talvy, de la ONG SETEM Catalunya
Más de un 80% de la energía de un ordenador se gasta en su fabricación. “Lo primero es evitar el derroche, reducir el consumo. Lo segundo, reutilizar. No es ético que, por ejemplo, una universidad destine todos sus ordenadores directamente al reciclaje, porque antes pueden ser reutilizados. Sin embargo, las administraciones se encuentran muy cómodas con la tercera R, la del reciclaje, que debe ser la última”. Es importante también el índice de reparabilidad, o un IVA más reducido para los dispositivos reutilizados. “Una incineradora, da trabajo a 1 persona; un vertedero a 6; el reciclaje daría trabajo a 36 personas, pero la reutilización podría llegar a dar trabajo a 296 personas.” Una oportunidad a este terrible derroche que llevamos es que se hagan políticas en las que la reutilización y la reparación sean también sostenibles económicamente.
Ramón Barrenetxea, asociación Reciclanet.