La ES no erradica per sé la pobreza, pero fortalece las estructuras comunitarias haciéndolas más resilientes e integradoras, ofreciendo mayores posibilidades de acceso al empleo (empresas de inserción sociolaboral) y empleos más estables orientados al bienestar de las personas y a la reinversión de los excedentes en las propias comunidades. Esta vinculación con el entorno representar una fuente de reclamación de cambios políticos en defensa del desarrollo social de los DDHH y la sostenibilidad ambiental que lleven a la reducción de la pobreza y de las desigualdades.
Desde la Economía Solidaria defendemos el sentido social de la actividad económica, entendiendo ésta como un medio para satisfacer de manera sostenible las necesidades de todas las personas y no como un fin último para la obtención del lucro de una minoría, es imprescindible transformar las finanzas para reducir su impacto negativo en las poblaciones en situación de pobreza o con riesgo de exclusión. Es preciso poner en valor las economías comunitarias, que buscan la satisfacción de necesidades de una manera armónica y respetuosa con el medio. Son experiencias basadas en la autoorganización, el apoyo mutuo, el compromiso con la comunidad, la igualdad y la democracia, con estructuras más flexibles, adaptativas y resilientes, por lo que es clave su apoyo y promoción